Por Adriana D’Angelo.
Hace mucho tiempo que no escribo. Una de las razones es porque escribí tanto durante un largo periodo que mi mente, imaginación, vista (e incluso !mis dedos!) necesitaban un descanso. Pero ahora es mi descanso de escribir el que necesita un “break” y es por eso que hoy me senté de Nuevo con toda la disposición de dejar fluir las palabras acalladas durante 14 meses.
Una vez frente al computador me pregunté: “Y ahora de qué escribo?”. Comencé a pensar en lo que normalmente la gente escribe en sus blogs: las noticias de interés mundial, nacional y local, los avances de la tecnología, sus propios pensamientos sobre cómo cambiar el mundo, consejos de toda índole, etc, etc… pero, sobretodo, las experiencias personales de cada escritor. ¡Bingo!… entonces escribiré sobre lo que hago en mi día a día. Y como lo que estaba haciendo antes de escribir eran las tareas con mi stepson (a quien me niego a llamar “hijastro”), de eso voy a hablarles.
Hasta hace un año atrás no tenía ni idea de lo difícil que era educar a un niño. Y no estoy hablando precisamente de los modales, principios y comportamiento (lo cual es más que una tarea… !un reto!), sino de la educación académica. Hace 8 años que no me siento en un escritorio (o pupitre) escolar y, por consiguiente, que no me envían tarea para la casa, ni proyectos especiales. Pero, como bien dicen que uno nunca termina de aprender, ahora no me encargo de las mías propias sino de las de mi stepson. Esto me ha ayudado a entender por qué le insistía tanto a mi mamá lo difícil que era… y es que !lo es!.
Para cualquier mujer puede representar un verdadero desafío el hecho de sentarse a hacer las tareas con su hijo, pero para quienes además fuimos educadas en otro país, en diferente idioma y con programas distintos, a veces puede tornarse en un verdadero rompecabezas donde no sabes ni por dónde comenzar.
Mi stepson tiene 7 años y cursa primer grado. Puedo percibir que una de sus fortalezas son las matemáticas, aunque no siempre logre un 100% en sus calificaciones, pero constantemente trae una etiqueta pegada a su camiseta que dice: “Estudiante del día en matemáticas”, además veo que se muestra mucho más cómodo con las asignaciones de esta materia, en comparación con las otras. Gracias a Dios que los números son los mismos en todos los idiomas… pero cuando se trata de resolver problemas, a veces puede resultar más confuso y difícil de descifrar para la ayudante (¡YO!)… que para el mismo estudiante.
Para resolver mi laberinto mental a la hora de orientarle a descifrar las respuestas de los problemas, me ha ayudado mucho el hecho de que la hoja con las tareas contiene en el reverso las actividades con las que el niño practicó previamente esas operaciones en la clase, entonces he optado por leer bien de qué manera lo hicieron allí y, luego, en casa, resulta pan comido repetir el procedimiento. De allí deduje que quizás no soy yo la única que no entiende cómo hacerlo porque lo aprendí en otro idioma, sino que todos necesitamos refrescar un poquito la memoria, porque a la mayoría se nos ha podido olvidar con el tiempo y el desuso.
Por otro lado está el área del lectura. Allí tanto el pequeño como yo tenemos problemas. Muy pronto me di cuenta de que para aprender a leer iba a necesitar mucho más ayuda que el reverso de la página. Pensaba: Cómo voy a enseñarle algo que yo misma no sé pronunciar perfectamente?. Fue allí cuando entendí que en ese proceso de aprendizaje nos estábamos beneficiando los dos.
En esta faena de lectura he aprendido las diferentes formas de pronunciar cada vocal (cosa que no pasa en castellano), y un uso increíble que podemos darle a lo que en el colegio llamábamos fichas bibliográficas o “flash cards”, unas pequeñas cartulinas donde puedes escribir las palabras que deseas memorizar y practicarlas una y otra vez hasta lograr dicho cometido.
Por su puesto, en nuestro afán por descifrar el porqué del problema de lectura del niño nos tropezamos con una inmensa cantidad de síndromes, la mayoría de ellos llamados por unas siglas cuyos significados poco recuerdo (tales como: dislexia, ADD, problemas de memorización, etc), pero que, al fin y al cabo, decidimos no usar como etiquetas en la frente de un niño que sólo requiere de mucha atención, cariño y, quizás, un tiempo extra de trabajo en comparación con el de sus compañeros.
Yo simplemente espero que cuando le toque entender el indescifrable libro de álgebra, las fórmulas de química, la historia estadounidense, y ese tipo de temas más complejos, ya mi stepson sea lo suficientemente maduro e independiente como para sentarse a hacer las tareas por sí solo… si no es el caso… ya les contaré que técnica utilizaré.
No puedo ni imaginar lo que sería volver al álgebra o los logaritmos neperianos, jajaja Mucho ánimo y no olvides que lo que realmente valora tu stepson es el tiempo que le dedicas y tu cariños, lo de menos será lo que le puedas enseñar, que para eso ya está la profe!!!
Un abrazo