Una luz en la oscuridad
Por Adriana D’Angelo.
“La Violencia Doméstica es un patrón de conducta exhibido por uno de los dos cónyuges que evidencia un diferencial de poder entre ambos. Puede expresarse a través de actos físicos, abuso psicológico, verbal o emocional, coacción para tener sexo por la fuerza, amenazas o control financiero, entre otras cosas”, así define Ivette Gómez el problema por el cual ha estado luchando los últimos ocho años de su vida, trabajando en el Refugio para Mujeres Abusadas del Condado de Collier (Shelter for Abused Women).
Ivette Gómez nació en San Juan Puerto Rico, y vive en la ciudad de Naples desde el año 1997. Su esposo, José María Castillo, con quien ha estado casada desde 1986, es un artista plástico especializado en retratos. La pareja tiene dos hijos Franco, de 19 años, quien es músico y artista gráfico, y Augusto, de 16, a quien le gusta el atletismo.
Poco después de haber llegado al Suroeste de la Florida se vio en la necesidad de buscar trabajo, y por recomendaciones de una amiga tocó las puertas del Refugio de Mujeres Abusadas, las cuales se le abrieron inmediatamente hasta la actualidad.
Ivette tiene una maestría en Consejería dentro del área de Educación y otra en Literatura en Estudios Hispánicos. Su carrera como consejera ha ido en ascenso. Comenzó siendo la defensora de las víctimas (personas individuales o familias) que entraban al shelter huyendo de la violencia doméstica, ella era la encargada de recibirlas y ayudarlas a superar sus primeros días como refugiadas.
Actualmente se encuentra en otra división de la organización, encargándose del programa de Alcance a la Comunidad (Outreach), donde buscan posibles casos de presencia de violencia doméstica y le dejan saber a las personas que en el refugio pueden conseguir la ayuda que necesitan para salir de esa situación problemática.
Cuando las personas deciden aceptar la ayuda, se les invita al shelter, donde se les dan varias sesiones en las cuales ellos mismos deben analizar su vida familiar. Luego de esas terapias el individuo decide por sí mismo si debe quedarse y entrar en el programa para recibir asistencia completa o si está en la capacidad de resolver los conflictos internos de su hogar o de continuar lidiando con cualquiera que sea su situación. La decisión es estrictamente voluntaria, por ningún motivo los consejeros coaccionan a la víctima para abandonar la situación de conflicto.
Ivette cuenta que su trabajo es devolverle la independencia y el poder de sus propios actos a la víctima, tratan de orientarla para que reconstruya su vida, después de haber vivido situaciones de represión, violencia y humillaciones. Una vez que la persona reconoce que no puede seguir viviendo bajo determinadas circunstancias, se les recibe en el shelter y comienzan, poco a poco, a recibir ayuda psicológica, material, legal y espiritual.
Dentro de su experiencia laboral en el Refugio de Mujeres Abusadas, Ivette Gómez ha puesto en marcha nuevos programas que facilitan a las víctimas a expresar sus sentimientos y pensamientos a través de manifestaciones artísticas. Uno de ellos es el de Consejería Creativa, el cual introdujo en el año 2000 y ayuda a las personas afectadas por situaciones traumáticas a manifestar mediante el uso del pincel, el papel y los colores, lo que no pueden expresar con las palabras. Otro de los programas, utiliza la música, específicamente los tambores, como medio terapéutico para liberar el estrés.
Esta humanista por excelencia ha encontrado en el arte un caudal para canalizar y drenar todas esas cicatrices que el maltrato ha dejado en las víctimas, y sus programas han ayudado a muchas mujeres a superar sus depresiones.
Aunque el trabajo del refugio y sus programas de acción está mayormente dirigido a mujeres abusadas, también están las puertas abiertas para atender casos de hombres heterosexuales y de parejas del mismo sexo.
Es importante destacar que en el Shelter for Abused Women, no se atienden casos de pareja, una vez que se determina que hubo abuso o violencia y existe una víctima, esta es acogida y defendida hasta que pueda devolverse a la realidad y valerse por sus propios medios.
Ivette Gómez, además de su labor en la institución mencionada tiene su práctica privada, en la cual atiende casos de ansiedad, depresión, divorcios, problemas con los hijos, desarrollo humano e interpersonal, terapia de parejas y familiares, y cualquier otro tipo de trastornos o problemas psicológicos, exceptuando los de violencia doméstica. Las consultas pueden ser en inglés o en español, si desean más información pueden dirigirse a su sitio en Internet: www.pinecottagecounseling.com.
El mensaje de Ivette Gómez es que no sólo la mujer o el hombre que es golpeado o maltratado físicamente es sujeto de violencia, también lo es aquella persona sometida a la privación de la libertad- en cualquiera de los sentidos-, a las presiones, amenazas, coacción para tratar de tener sexo sin el consentimiento mutuo, a los gritos y las palabras que hieren hasta el punto de derrumbar el autoestima de aquel ser al que dicen amar. No hay amor que reprima, y no hay cuerpo que resista sin desfallecer una vida llena de injusticias.
Cualquier persona puede estar siendo víctima de violencia doméstica sin darse cuenta, el perfil del agresor no está determinado por su estatus legal, ni mucho menos social, no hay diferencia de sexo (a pesar de que el índice de víctimas es mucho mayor en el femenino), ni edad, ni preparación académica. En cualquier escenario puede desatarse una lucha de poderes donde siempre uno o varios salen perjudicados. Mantente bien alerta, quizás tú, alguno de tus hijos, vecinos o amigos, necesitan la ayuda de consejeros desinteresados como Ivette.
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