Al ritmo del Tic Tac
Por Adriana D’Angelo.
Movido por el instinto, un talento especial heredado de su familia y su pasión por el sonido del tic-tac, Alex Cocquerel se ha convertido en el más reconocido relojero de Naples, imposible de superar por todos aquellos que se han atrevido a hacerle la competencia a través de los años.
Más allá de la imagen que se pueda imaginar de un personaje dedicado a revivir relojes de colección: huraño, gruñón, viejo e intelectual, Alex es un joven hispano, de descendencia europea, de carácter extrovertido, conversador y muy audaz para identificar las causas y la solución adecuada que puede devolverle la funcionalidad a un reloj proveniente de cualquier momento de la historia.
Su carrera como relojero o “clockmaker” (como se le conoce este oficio en inglés) comenzó forzosamente a la temprana edad de 10 años, cuando murió su padre y se vio obligado a trabajar junto al abuelo, quien le enseñó las técnicas que en la actualidad se han convertido en su pan de cada día y su verdadera pasión.
En aquel momento, estando aún en su tierra natal Santiago de Chile, el abuelo francés poco a poco le fue instruyendo y explicando todos los secretos que sólo un buen reparador de relojes conoce, especializándolo en aquellos de más valor, fabricados en Francia, Inglaterra y otros países del continente europeo hace muchas décadas o siglos. Mientras su abuelo le enseñaba, él trataba de aprender y realizar el trabajo lo más rápido posible con el fin de terminar e irse a jugar con sus amigos, como cualquier niño de su edad.
A pesar de que Cocquerel trató de ganarse la vida incursionando en otras ocupaciones (trabajó en la cordillera de Chile como topógrafo), estaba marcado por una pasión, y tarde o temprano se dio cuenta de que no sólo sabía revivir relojes antiguos, sino que el hecho de poder hacerlo era algo excitante para él.
Alex afirma que fue pura coincidencia, pero se casó en Chile con la hija de un relojero, y en esa historia cabe perfectamente el dicho de que “nada es casual en la vida”, pues su suegro Antonio Corvalan fue quien lo convenció de venir a Naples hace más de 15 años. Al llegar, a pesar de tener el apoyo de su familia política, tuvo que hacer otro tipo de trabajos como todo inmigrante.
Desde su taller situado al norte de la ciudad de Naples, cuenta que mientras lograba estabilizarse trabajó en la construcción y temía que el tener que levantar esos bloques tan pesados pudiera causarle algún daño irreparable en sus manos que le impidiera desempeñarse más adelante como relojero.
Finalmente, por cosas del destino conoció a Greg Woodrel, un joyero, también apasionado por los relojes antiguos, que estaba interesado en abrir una tienda donde pudiera vender nuevos y reparar los usados. Fue así como abrió sus puertas “The Naples House of Clock”, ubicada en el 13800 Tamiami Trail, en Kerr Plaza. En aquel momento no habían reparadores de relojes de la talla de Cocquerel, por lo cual fue ganándose la confianza de los clientes, y gracias a dicha confianza y a los referidos obtenidos por su excelente servicio, logró crear una cartera de clientes que le mantiene ocupado durante todo el año.
Actualmente está asociado con Woodrel y en la tienda ahora tienen cientos de relojes antiguos y valiosos esperando por ser reparados y además ofrecen una gama variada de relojes nuevos de pared, cucú y de pie, listos para la venta. Incluso los pequeños de la casa tienen su espacio reservado con selectas piezas infantiles.
Alex Cocquerel afirma que reparar relojes va más allá de una simple ocupación, es una pasión mágica que hace revivir objetos que habían muerto, lo cual puede ofrecer muchas satisfacciones a sus dueños. La mayoría de las piezas que él recupera son herencias de antepasados, objetos lujosos comprados en subastas o piezas únicas invaluables. Sobretodo para las personas mayores, se convierte en una meta de vida el hecho de volver a escuchar su reloj cucú cantar a cada hora que transcurre, y este chileno es capaz de brindarles esa oportunidad, y eso le hace felíz.
Puede tardarse semanas, meses o quizás años, el proceso de devolverle el movimiento a las agujas de un reloj, pero Alex no se da por vencido, y desarma completamente el cuerpo sin vida, examina cada pieza, construye aquella que puede estar fallando hasta que consigue el problema y lo soluciona. Después de ese minucioso proceso el reloj se queda por un tiempo en observación con el fin de cerciorarse de que el problema fue cortado de raíz.
Cocquerel no piensa llevarse sus secretos consigo, igualmente como lo hizo su abuelo, él está instruyendo a su hijo Nicolás para que aprenda a darle vida a los jueces del tiempo, mediante los trucos y secretos que han de pasar de generación en generación, pues no existen manuales tan buenos como para superar estos conocimientos tradicionales que se han ganado la confianza de clientes a nivel mundial.
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