Un árbitro con herencia
Por Adriana D’Angelo.
Hay pasiones que se llevan en la sangre, otras que se aprenden y se van gestando en la personalidad desde la niñez, Miguel Severeyn tiene un poco de ambas cuando se trata del Béisbol. Desde muy pequeño vivió en su hogar una afición desmedida por este deporte, que iba más allá del fanatismo, para convertirse en el sustento de su familia, el medio utilizado para emigrar a los Estados Unidos, y posteriormente el vehículo para obtener un estatus legal en este país.
A sus 20 años, Miguel Severeyn es el árbitro de béisbol más joven del Condado de Collier, y uno de los pocos hispanos que ejercen este oficio en el área. Pertenece a la Florida High School Athletic Association y durante la temporada activa del deporte se encarga de arbitrar los juegos de las ligas de High School.
“No siento el arbitraje como un trabajo, sino como una actividad que me divierte, y por la que a la vez me pagan, lo cual hace una combinación perfecta. Comencé a jugar béisbol con mi padre cuando tenía 6 años, pero luego llegó un momento en el que no podía seguir jugando en las pequeñas ligas, por eso tomé la decisión de convertirme en árbitro, lo cual me permitiría seguir de cerca mi afición por ese deporte”, comenta Severeyn.
La función de un árbitro es actuar como juez, hacer que las reglas del juego se cumplan a cabalidad y, en los momentos cruciales, tomar las decisiones que definen el resultado final del partido. Para eso, deben tener un alto sentido de justicia y contar con ciertas habilidades físicas y mentales. “Algunas de las destrezas necesarias para hacer un buen arbitraje, como la precisión, concentración, rapidez visual y en la toma de decisiones, se obtienen de años de práctica, de observar a otros árbitros y de ver miles de juegos de pelota de las grandes ligas por televisión” agrega el joven.
Miguel nació en Maracaibo, Venezuela. A la edad de 7 años emigró a los Estados Unidos junto a sus padres, Lesme y Morelys, y su hermana Laura Severeyn. Se graduó de bachiller en el Barrion Collier High School de la ciudad de Naples y actualmente cursa estudios de administración de empresas en el Edison State College. Al termina planea prepararse académicamente en el área de gerencia deportiva, con lo cual asegura una extensa carrera dentro del mundo deportivo.
Su padre Lesme Severeyn fue jugador de béisbol en Venezuela y luego árbitro en los Estados Unidos, profesión que aún ejerce y que afirma haberle traído muchas satisfacciones. “Gracias a este deporte yo conocí a mi esposa – la madre de Miguel –, también fue lo que me ayudó a emigrar hace mas de 10 años a los Estados Unidos y conseguir mi estatus legal, todo lo que tengo que se lo debo a mi trabajo en el cuadrilátero. Ahora le está abriendo camino también a mi hijo, y la familia lo apoya incondicionalmente”. En la actualidad, padre e hijo juegan en el mismo equipo de softball, continuando así una tradición deportiva que los ha unido desde el principio.
Próximamente Miguel asistirá a un campamento en California, donde dará lo mejor de sí para obtener una beca y, de esa manera, poder asistir a una academia de arbitraje a principios del 2010, tal y como lo hizo su padre hace un tiempo atrás. “Tengo muchas expectativas, sé que si lo logro, representaría una excelente oportunidad para mi carrera y para todos los aspectos de mi vida futura” afirmó Severyn.
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